Suele desgarrar. Corroe hasta que se te olvida la razón, de cómo levantarte, de cómo volver a sonreír.
¿Qué es sino la extinción de un fuego fatuo?
Cuando la más tímida caricia producida por tu propia respiración te haga volver a llorar océanos, inmersos en recuerdos manchados de gritos y dolor.
Algún día nos someteremos a las corrientes de silenciosas mareas, y nos adormeceremos lentamente ante la falta de lucidez.
Y todo lo provocaremos nosotros, en un continuo silencio.
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