miércoles, 10 de octubre de 2012

The fire is hungry, come with us.

Una calada de humo entró por sus pulmones, lo que le hizo despertar.

El ambiente olía a putrefacción, y un intenso olor a carne quemada.

Y fuego.

Mucho fuego.

Se sentía desfallecer, se estaba asfixiando y las llamas lamían su piel, convirtiéndola en una masa sanguinolenta y ardiente.

Intentó incorporarse y topó con algo.

Giró la cabeza y gritó.

Era una cabeza medio descompuesta, carente de cabello dado que el fuego lo había extinguido, al igual que los ojos que ahora eran cuencas vacías.

Se levantó como pudo, evitando mirar al suelo, aunque sabía que todo estaba lleno de cadáveres.

Miró a su alrededor, intentando situarse y no bajar jamás la mirada.

Las paredes eran espejos, las cuatro paredes reflejaban el terror de sus rostro y las llamas que fundían la sala.

Arrancó una de las tuberías que administraban el oxígeno al fuego, y empezó a golpear con fuerza uno de los espejos, hasta que con una sonrisa pudo ver cómo un buen trozo golpeaba el suelo.

La respuesta le arrancó la sonrisa.

Aquello no era un espejo.

Los estaban observando.

Cómo se calcinaban. O al menos, controlar que murieran en aquella sala.

Una fosa común.

Antes de poder asimilarlo, el fuego creció y se la tragó por completo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario